martes, 2 de noviembre de 2010

Segundas partes















Cuando era muy pequeño, tras ver alguna película que me hubiese encantado, me gustaba imaginar qué le sucedería a los personajes después de haber aparecido el famoso letrero The End. Tenía la certeza de que los vaqueros que quedaban vivos de los Siete Magníficos desde el día en que se acababa la película, se reunían cada año para celebrar que todavía eran amigos y homenajear a los que cayeron en aquel poblado mexicano. No dudaba que Ilsa, una vez acabada la guerra, se encontraría de nuevo con Rick, que la esperaría siempre.

Esta forma de pensar la mantuve mucho tiempo. Ya no tan niño, una tarde de verano, mi hermana María vio por primera vez Vacaciones en Roma. Le encantó. No le culpo por ello, Audrey Hepburn y Gregory Peck estaban magníficos.
Creo que le costó mucho esfuerzo aguantar las lágrimas cuando por fin llegó el final. Seguro que se sintió muy orgullosa por haber logrado frenar ese rebosamiento lacrimógeno. Viéndola así, recuerdo que le dije:
- María: Yo sé lo que les pasa después.
- ¿Qué les pasa? - me preguntó con una voz temblorosa, con la esperanza de un añorado final feliz.
- Que no se vuelven a ver nunca más. ¡Nunca! - le contesté enérgicamente, abriendo mis ojos todo lo que pude.
Ahí acabó derrumbándose, arrastró todas las lágrimas retenidas, diciéndome entre sollozos que no le contara nada más, mientras con una mano hacía gestos para que me largase...

Ya soy capaz de distinguir entre la ficción y la realidad, pero a menudo me quedo pensando qué será de esos personajes que un momento dado pasan por mi vida. O mejor dicho, que yo paso por las suyas.
Mucha gente me comenta que desde que leyeron El héroe del Péndulo, visitan de vez en cuando estas páginas, para leer qué nuevas cosas voy escribiendo. A los que han llegado así, a los que no y sobre todo por los protagonistas de la historia, puedo contar lo que ha pasado después de que salió el rótulo The End en aquella historia.

Laia a pesar de sus numerosas operaciones va evolucionando muy bien. Su vida, dentro de lo que cabe, vuelve a la normalidad. Hace unas semanas le encargaron en la escuela que hiciese un trabajo. Una entrevista a un personaje que admirase mucho. Aquí reproduzco parte de ella. El escogido, alguien digno de admiración, un héroe de verdad: mi amigo Quico.
Leyendo sus respuestas, no es difícil entender lo orgulloso que me siento por haber podido trabajar con él y por el privilegio de que me considere su amigo.

Desde pequeño ¿ya te querías dedicar a la enfermería?
La verdad es que quería ser médico (hice tres cursos incompletos), pero por cosas que pasan, no pude continuar. Aunque era auxiliar de clínica, me puse a trabajar de montador de maquinaria industrial, recorriendo toda España, hasta que me cansé. Por aquella época era voluntario de la Cruz Roja y conocía a muchos médicos, por lo que se me abrió la posibilidad de trabajar en los servicios médicos de las minas de Sallent y mientras, me puse a estudiar enfermería.

¿Tu trabajo hace que estés menos horas con tu familia? ¿Qué opinan de eso?
Sí, la verdad es que te quita muchas horas de estar con la familia. ¿Qué opinan? Pues están resignados y mentalizados. Tienen muy claro que es mi vida y se hacen cargo, aunque a veces les cueste bastante.

¿Este trabajo te ayuda como persona?
Mira, no me puedo imaginar ahora hacer otra cosa. Este trabajo te hace pensar muchas veces en lo afortunado que es uno, por estar como está. No te puedes llegar a imaginar muchas veces qué panoramas nos encontramos. La verdad es que te hace sentir útil y no sólo una pieza más de esta sociedad y eso me hace sentirme feliz.

De todas las emergencias que has tenido, ¿Podrías decirme un par que te hayan impactado?
(...) La emergencia tiene cuerpo y vida propia. Cada servicio es diferente a otro, aunque puedan parecer similares. Podría contarte muchos, desde servicios con personas desmembradas, quemados, en parada cardio-respiratoria, pero lo más impactante es cómo queda la situación de las personas después de la emergencia.

¿Qué fue lo que hizo que estuvieses junto a mí y qué dificultades tuviste?
Diría que fueron un cúmulo de circunstancias. El pensar que hacía unos momentos seguramente estabas alegre y contenta, el verte atrapada de aquella manera, el ver las lesiones que tenías y que te podían comportar en un futuro, el ver que estabas allí abajo sola, el ver que necesitabas ayuda desesperadamente, el ver que posiblemente te podría ayudar. No lo sé del todo, pero es una cosa que la volvería a repetir tantas veces como fuese necesario.

Por último ¿Podrías darme algún consejo que te haya servido?
Es difícil hoy en día dar buenos consejos, pero piensa que si de verdad quieres una cosa, lucha con todas tus fuerzas, sin hacer daño a nadie para conseguirlo y lo conseguirás. Cada día que pasa es un regalo que nos da la vida y te ha de servir para aprender de las cosas buenas y de las cosas malas.

2 comentarios:

Rafa Bethencourt dijo...

grande quico!!!

Anónimo dijo...

Muchas gracias Mel.
Pero lo verdaderamente cierto es que todos nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta profesión y de conocer y trabajar con personas como tú y como muchas otras.
La verdad tambien es que muchas veces estas cansado y te sientes derrotado,a punto de tirar la toalla,pero siempre sucede algo que te vuelve a cargar las pilas y te lleva de nuevo a primera línea de trabajo, y por supuesto, vulves a ser feliz.
Continua deleitandonos con tus narraciones.
Un abrazo de Quicu.