miércoles, 20 de junio de 2012

El mito de Sísifo


Según la Mitología griega, hubo un personaje llamado Sísifo, fundador y rey de la antigua ciudad de Corinto.
Hijo de dos personajes, que hubiesen hecho las delicias de mi amigo Mario por su fonética, llamados Eolo y Enarete. (De verdad, lo juro...)

Sísifo ha pasado a la historia por haber intentado engañar a los Dioses. Y eso no se permite ni en Grecia, ni en Pekín, ni en Pokón.
Como castigo le tocó bregar con una piedra enorme, que tenía que sacar del fondo de un barranco, pero cuando llegaba al borde, la piedra volvía rodando al fondo del abismo y así tuvo que hacer por el resto de la eternidad.

Sísifo se ha convertido por obra y gracia de la Mitología, en el patrón de los esfuerzos y trabajos interminables.
Y como Sísifo, he estado empujando aquella roca gigante. He ahí el motivo de mi ausencia. Pero después de estas interminables semanas, puedo decir que por fin he vuelto. Acabo de dejar rodando la piedra para abajo, pero hasta que la vuelva a empujar, aquí estoy cogiendo aire.

Debo decir que este año ha sido muy duro. No he podido escribir tanto como me hubiese gustado. Y no por falta de inspiración, que alguna vez se ha ido por esos famosos cerros de Úbeda. Pero es que entre el trabajo y ese máster en el que me he embarcado, no he tenido casi tiempo de nada. Pero ahora, por fin, he encontrado mi remanso de paz, ahora que acabo de casi-terminar, entregando mi proyecto.
No, no hablaré del tema del proyecto, no quisiera ser como esas madres, enseñando el móvil con las fotitos de sus niños como fondo de pantalla, o los típicos novios recién casados con el álbum del viaje por Punta Cana, Vietnam, Birmania, La Polinesia, o dondeseaporquemeimportaungüevoadondetefuiste.
No tocaré el tema proyecto, ni siquiera mencionaré su título, porque ahora estoy de relax. Y aunque tan sólo me quede presentarlo y defenderlo públicamente (otro empujón a la roca), después de semanas de abandono de este blog, ausencia de conversación con mis semejantes y aislamientos varios, por fin vuelvo a ser un poco persona.

Hace unos días, como la ballena que sale a la superficie a llenar sus pulmones de oxígeno, abandoné por un momento mi análisis del mercado de las repatriaciones en avión sanitario, (¿dije que no lo nombraría?) y me senté a la mesa a comer con mis hijos.
Nada más sentarnos, recuerdo escuchar la conversación entre Guille y Marta:
- Papi tiene que estudiar mucho - decía Marta - porque los médicos tienen que trabajar mucho.
- ¿Ah, sí? - dijo casi sin levantar la mirada.
- Sí, Guille - continuó Marta, como muy orgullosa de su padre - y estudiar para ser médico es lo más difícil. ¿Verdad Papi? - preguntó, dirigiéndome su mirada.
Y su padre atento, no queriendo romper esa situación tan idílica, guardaba silencio.
Entonces, Guille frunció el ceño, empezó a sacudir su cabecita y le replicó:
- Eso no es verdad. Lo más difícil es levantar una bola grande de hierro...

Ante esa aseveración tan rotunda, le tuve que dar la razón.
Y cuando terminamos de cenar y de ir a la cama, y al vaso de agua y al cuéntame un cuento, y al pis, y al jesusitodemivida y la virgen de la cabecera, volví a por mi roca.
Y tal y como debe estar todavía haciendo ese tal Sísifo en algún lugar, me arremangué los brazos, me senté en el ordenador y continué empujando mi pesada roca cuesta arriba...