sábado, 4 de junio de 2011

Un año con Clara


Hace un año que has llegado. Lo hiciste de forma apresurada. Nadie te esperaba tan pronto y de repente ¡Pum! te presentaste en casa. 
Y casi sin que nadie se diera cuenta, ha pasado un año.

Cuando llega un niño a una familia, todo el mundo se vuelca en él y comienzan a preguntar, casi desde el primer día, a quién se parece, si a Papá o a Mamá, si esa naricita es Gómez o si esa boca es Carrillo.
Pero tú no has sido la primera y ese debate ha quedado atrás. Desde tus primeras horas, el parecido con tus padres ha permanecido de lado. En cambio, contigo todos intentan compararte con alguno de tus hermanos. Y en esas aún estamos, sin haberlo aclarado, cuando acabas de apagar tu velita y has recibido un primer y único tirón de orejas.
Aunque hay algo que te distingue: tu piel tiene un olor especial, diferente. 
Clara, eres tú y eres única y distinta.

Y casi sin que nadie se hubiese dado cuenta, ya ha pasado un año.
Y quien no lo crea, no tiene más que asomarse al pasillo y observar cómo gateas velozmente, contoneando tu cintura de lado a lado. Pero a esto le queda poco. Ya te sabes levantar y disfrutas arrancando los imanes de la nevera y aunque un poco indecisa, eres capaz de dar dos pequeños pasos, que hay que apresurarse a cogerte rápidamente, para que no te acabes cayendo.

Tu abuela suele decir que en una casa en la que hay un bebé, se nota la felicidad desde que se abre la puerta de la calle.
Y eso pasa en la nuestra. La otra mañana, cuando llegué de trabajar de noche, entro por la puerta y desde tu cuna me llamaste con la única palabra, que de momento eres capaz de decir: hoola, hoola... Lo vas repitiendo a todas horas, no sabes su significado aún, pero a mí me resultó una bienvenida preciosa.

Y casi sin que nadie se pudiese haber dado cuenta, ha pasado un año. Y prueba de ello es tu personalidad, que se va formando. Tu independencia, al no dejarte que nadie te ponga el chupete, que antes debe pasar por tu mano. Te pones de pie en tu cuna y ya sabes encender la luz de tu cuarto. Pero sobre todo, tu sonrisa por las mañanas, que ilumina tu cuarto, cuando al levantarse tu hermano Guille, corre hasta tu cuna y de entre los barrotes ves aparecer su carita, que te dice con voz dulce: Buenos días, Clarita...
Y es con Marta con quien ríes, porque ríes, arrugando la nariz, cuando te hace la pedorreta, que imitas cuando tú quieres, sacando la lengua entre tus labios y soplando con fuerza y salpicando todo...

Y casi sin que nadie se hubiese dado cuenta, ya ha pasado un año. Todo este tiempo ha transcurrido muy deprisa. Tú no lo sabes aún, pero llenas nuestras vidas. Te queremos tanto, que nos hace ser tontos, por creer convencidos, que has estado siempre con nosotros.

2 comentarios:

B. G. R. dijo...

Precioso, Melito. Escrito con el corazón y con un estilo al que, creo, nos tienes poco o nada acostumbrados. Mis felicitaciones,me ha sorprendido gratamente.
Qué decir de la enanilla que me tiene loca con esos besos tan sonoros que ha aprendido a lanzar...

Anónimo dijo...

Cuando hablas de tus hijos es que te luces y no es para menos porque con sólo mirarlos inspiran los más bonitos relatos. Happy birthday my dearest Clara.