jueves, 17 de febrero de 2011

Volar

Para la mayoría de la gente, el cielo es el límite.
Para aquellos que aman la aviación, el cielo es el hogar - Anónimo.


Amelia Earhart decía que "nunca has visto un árbol hasta que has podido ver su sombra desde el cielo".
¿Qué hay ahí arriba para hacernos soñar de esa manera? Nada y todo a la vez.
Otto Lilienthal, un pionero de la aviación, pensaba que "inventar un avión no es nada. Construirlo ya es algo, pero volar lo es todo".

Una vez conocí a un piloto de esos de los de antes, de los de galones a modo de jarretera y gorra de plato bajo la axila. Tenía esa edad en la que aunque estás en activo, ya tus pensamientos se encuentran más allá de la jubilación. Recuerdo que me decía que los primeros años estás enamorado hasta de las nubes, y que por volar serías capaz de hacer, e incluso aceptar cualquier cosa, pero como todo, eso se pasa...
Antonio aún no ha llegado a tener esa edad, en la que el idilio con los cúmulos del cielo, empieza a tener sus primeras crisis. Su vida es el aire y su música favorita, la del rugir de esos poderosos reactores, que le  acercan a sus amadas nubes y le separan del odiado suelo.
Ese suelo tan indeseado para alguien que quiere estar alejado de él, le jugó una mala pasada. Mientras esquiaba, Antonio se encontró una fatídica placa de hielo que le hizo perder el equilibrio, cayendo al fondo de un barranco.

Ahora Antonio estaba postrado en la cama de una habitación de una UCI, en una ciudad que no era la suya. Ahí fue donde me encontré con él. Tras varias semanas de incertidumbre, con unas graves lesiones cerebrales cuya evolución es incierta, volvía a un hospital más cerca de casa.

Tras los correspondientes preparativos, en los que dormimos a Antonio para que se le hiciese más cómodo el traslado, marchamos al aeropuerto. Allí nos aguardaba nuestro avión, que llevaría de nuevo a Antonio con los suyos.
Lo acomodamos en la estrecha camilla, nos atamos nuestros cinturones y con una veloz carrera de despegue, nos pusimos rumbo a Barcelona.

Antonio estaba dormido, pero algo hacía que se sintiese inquieto. De tanto en tanto comenzaba a moverse, encogiendo sus piernas y flexionando sus brazos a un tiempo.  Yo, mientras, le acariciaba la frente y como si me estuviese oyendo, le intentaba calmar con palabras tranquilizadoras. Él tal vez me escuchaba y se relajaba.

Tras minutos de aparente tranquilidad, cuando parecía que por fin lo había logrado, volvía a moverse, como quien intenta dormir en un duro colchón, tan incómodo, que las quejas de tus costillas, te despiertan mil veces a lo largo de la noche.

Así estuve un buen rato, durante casi todo el trayecto hasta Barcelona. Por más que le daba vueltas, no entendía esa intranquilidad de Antonio. En el hospital antes de dormirlo, se encontraba bastante sereno.
Pronto pareció que mis pensamientos hubieran sido oídos por mi enfermera:
- ¡Cómo se nota que es piloto! ¿Verdad? - me comentó.
Lo miré de arriba a abjao, intentando encontrar alguna diferencia anatómica que nos distinga al resto de la humanidad de los aviadores, pero no hallé ninguna. Fruncí mis cejas y ella comprendiendo mi gesto, continuó:
- ¿No te has dado cuenta de que se mueve, cada vez que cambia el sonido de los motores?
Me acerqué al oído de Antonio y le dije:
- Antonio, tranquilo. Sí, estamos en un avión. No te preocupes, todo va a ir bien. Te llevamos a casa - y por fin, se quedó completamente relajado.

Otro Antonio aviador, y además escritor, Antoine de Saint Exupéry, autor del libro El Principito, dijo una vez:

"Soy muy afortunado por mi profesión. Me siento como un granjero, con mis aeródromos a modo de pastos. Aquellos que lo han probado alguna vez, no lo olvidarán nunca. No se trata de vivir peligrosamente. Esa fórmula es demasiado arrogante, demasiado presuntuosa. No me preocupo por los toros salvajes de los campos. No es el peligro lo que amo. Sé lo que amo. Es la vida misma".

2 comentarios:

ex-temerosa dijo...

Pero bueno, qué enorme y grata sorpresa coincidir contigo en este ciberespacio!!! El blog de mi admiradísima y Dra jomeini (de la cuál soy acérrima seguidora desde hace meses) me trajo hasta aquí...

Parece ser que unos pocos, al margen de ese aspecto de "médico algo despistado", "mamá un poco excéntrica" (en mi caso, recientemente estrenada) y "ex-temerosa-forzada ocasional" (jajaja lo que me he reído con estos comentarios, madre mía cómo reconozco algunas anécdotas!!!) tenemos un pequeño lado oscuro lleno de aficiones algo peculiares que nos dan un soplo de aire fresco en medio de este estrecho espectro que es la "normalidad".
Aprovecho la ocasión para felicitarte por tu chiquitina, que recuerdo que la última vez que nos vimos me comentaste que estaba en camino...
Un abrazo enorme!!
Cosas como ésta alegran a una el día :-)

melkarr dijo...

Querida ex-temerosa:
Muchas gracias por acercarte a este pequeño rincón del ciberespacio.
La verdad es que la alegría es mía, por contar esas pequeñas cosas que me suceden, que pasan por mi cabeza y encontrarme con la sorpresa de que lo lea alguien y que además les alegre el día.
Aquí siempre tendrás un lugar para pasar un rato y para compartir tus impresiones.

Debe hacer mucho que no nos vemos. Clara tiene 8 meses y ya ha puesto en marcha el sistema de gateo...
Espero con ansia sus primeras palabras y sus ocurrencias. ¡Tanto niño en casa me proporcionarán jugosos artículos para este blog!

En fin, gracias por tus líneas y felicidades también para ti. Te espera un trabajo inmenso, pero altamente remunerado.

Otro abrazo para ti