Cuando era más joven había una serie de televisión que reflejaba los problemas de un grupo de amigos de más o menos la misma edad. Aunque tenía una sintonía muy pegadiza, el argumento y las preocupaciones de sus protagonistas, no me interesaba demasiado, porque pensaba que me quedaba bastante lejos. Esa serie era Treinta y Tantos.
Desde los seis años soy capaz de sumar e incluso restar. Y ya desde hace un tiempo, voy contando los años que faltaban para llegar a la famosa y terrible barrera de los 40.
Sólo el pensar en esa edad, me causaba cierta sensación de vértigo e incluso de injusticia, pues me consideraba bastante más joven de espíritu (y de cuerpazo), que lo que reflejaría ser tan mayor.
Pero aplicando la aritmética que me enseñaron desde tan niño, me he encontrado que a pesar de mis reticencias, cuando a 2011 le resto 1971, siempre, siempre, aunque no quiera, me sale el mismo resultado, es decir, 40.
Toda la vida he oído decir esa expresión, que tan fea me parece ahora, de cuarentón. Pero ¿por qué no existe la de treintón o la de veintón?
Creo que son ganas de tocar las narices por parte de aquéllos que aún no han pasado la barrera. No me imagino a alguien de 50 llamándote cuarentón...
Los que hemos pasado al otro lado, nos miramos con tierna complicidad y nos respetamos. Sabemos lo duro que es y lo que supone estar aquí.
Nadie puede hacerse a la idea de lo que hay a este lado, hasta que no se salta el listón. Y como yo aún me estoy recuperando del salto, quiero compartir mis primeras impresiones.
En estos momentos me siento como aquel niño que se sube a lo más alto de una tapia, en busca de un balón que ha caído en un solar. Aquí estoy, aquí arriba y debo decir que veo un mundo maravilloso que no me imaginaba que existía. Es como tener 39, pero mejor.
Desde esta improvisada atalaya soy capaz de ver a esos ingenuos treintones y vislumbrar el maravilloso futuro que nos aguarda a los cuarentones.
De mucho me ha servido el tener una fiesta de cumpleaños llena de sorpresas que me había preparado Lou. Mis mejores amigos venidos de Tenerife, mi padre, mi familia de Barcelona...
Ha sido un fin de semana lleno de emociones tan intensas, que me ha hecho olvidar que ahora soy un cuarentón.
Como ya he escrito un libro (aunque sea un libro de recopilaciones de artículos de este blog), he plantado una palmera (que aún sigue creciendo en mi casa de Tenerife) y he tenido cuatro hijos, ahora sólo tengo que dedicarme a disfrutar de la vida y vivir.
Y como cumplo en enero, eso me permite llegar antes que todos aquéllos jóvenes incautos, que no saben aún lo que hay a este lado de la barrera.
A ellos me dirijo. Que no tengan miedo. Llegar aquí es como sortear una ola que se te acerca rápidamente. Lo único que hay que hacer es taparse la nariz, sumergirse y cuando subes a la superficie, cuando menos te lo esperas, ya ha pasado.
5 comentarios:
Amigo Mel,
Me abres un camino que como bien relatas siempre se ha antojado lejano e inmerecido, pero que si las cuentas no fallan está al caer.
Gracias por quitarme el miedo escénico cuarentil
No sé por qué, pero las últimas horas para acabar el año tenía la sensación de que el 2011 iba a ser mi año. Parece un poco prepotente este presentimiento, pero después de leer tu blog me doy cuenta que lo importante de este año va a ser el cumplir cuarenta años.
TARARI: El miedo no lo perderás nunca. Al menos hasta que no estés en lo alto del muro. Y entonces me darás la razón y comprobarás cómo todo se ve de otra manera. Un abrazo muy fuerte.
Le grand blue: Cuando cumples 40 años te das cuenta que cumplir y preocuparse por el número, es una solemne tontería. A mí me ha llevado mucho llegar a esta conclusión. Si éste es tu año, ten la certeza de que dependerá sólo de ti. Y no es prepotencia, es confianza y optimismo en que las cosas saldrán como seguro te mereces.
Felicidades atrasadas, que he estado un poco perdida y se me ha pasado. Feliz llegada a la barrera.
Muchas Felicidades. Estás empezando tu segunda juventud, por algo dicen los ingleses "Life begins at forty"
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