viernes, 28 de enero de 2011

40


El mentor de Sir Isaac Newton, Isaac Barrow, renunció a su cátedra, para ofrecérsela a su pupilo, que contaba con tan sólo 27 años de edad. Su argumento era que no podía ser el profesor de alguien que sabía más que él.
De Isaac Newton se dice que es el mayor genio que haya existido nunca. Sus descubrimientos matemáticos como el binomio, el cálculo diferencial o la ley de gravitación universal, los mantuvo ocultos hasta cumplir los 42 años, cuando publicó su Principia Mathematica, que se considera el más importante tratado científico jamás escrito. El gran matemático Lagrange decía de él, que además de haber contado con una mente prodigiosa, era la persona más afortunada de la Historia, porque sólo una vez se pueden descubrir las leyes que gobiernan el mundo.

Pero hay quien piensa, suele ocurrir, que el mayor científico de todos fue Albert Einstein.
Mientras trabajaba en una oficina de patentes, enunció la teoría de la relatividad, con 26 años, cambiando para siempre el concepto de la física clásica que había trazado Newton doscientos cincuenta años antes. Cuando contaba con 42 años, recibió el Premio Nobel de Física.

Casi un siglo más tarde que lo hiciera Albert Einstein, nace Mel Carrillo en Santa Cruz de Tenerife, un 23 de enero de 1971.
Desde niño soñaba con llegar a ser algún día astronauta, piloto o astrónomo, aunque nunca lograría ninguna de las tres cosas. Por eso sorprendió a sus familiares y amigos, aquel verano en el que anunció que estudiaría Medicina, estudios que completaría de una forma atropellada, con unas notas más que mediocres. No fueron unos resultados brillantes, pero sí lo suficiente para lograr licenciarse, por lo que no obtuvo ningún premio de fin de carrera, ni ningún reconocimiento por parte de nadie.
Una vez que empezó a ejercer la noble profesión de galeno, producto de una mente caprichosa e inconformista, surge una nueva vocación aeronáutica en su vida: ser controlador aéreo.
A pesar de sus ímprobos esfuerzos y cabezonería, nuevamente se queda a puertas de lograrlo. Una vez más, la aeronáutica y él, toman caminos divergentes.

En una ocasión se definió como pésimo médico y mal padre, aunque esto debe ser interpretado como una dura e injusta autocrítica, producto de su constante afán de superación en cada una de las facetas de su vida.
Por aquello de lo que se ha dado en llamar la crisis de los 40, (que le apareció desde que cumplió los 17), ha decidido purgar sus inquietudes, su particular forma de ver la vida, su filosofía cotidiana, mediante la escritura. Esto ha hecho que desde hace casi un año, publique de forma más o menos periódica, un blog, que con un estilo desenfadado y bastante simplón, mantiene entretenidos a sus seguidores que paulatinamente van retirándose, para dedicarse a otras cosas más productivas, que leer sus batallitas de cada día.

Ahora acaba de cumplir 40 años. Teniendo en cuenta que Isaac Newton  no publicó su ley de gravitación universal hasta los 42 años, y que Albert Einstein no obtuvo el premio Nobel hasta esa misma edad, todavía se tiene la esperanza de que logre algo meritorio antes de lo que lo hicieron ellos. Aún tiene tiempo y capacidad, para incluso, superarlos.

Con todo, y pese a estos vaivenes, siempre ha sido fiel a una misma filosofía: estar anclado en una utopía bucólica, pensando que el mundo es mucho mejor de lo que todos creen, que el optimismo debería envolverlo todo. No es de extrañar entonces, su amor por el Art-Decó, estilo artístico que desapareció hace 60 años. En eso no ha cambiado nada ese niño que por las noches, cuando miraba la luna a través de la ventana de su habitación, soñaba con ser astronauta. Sigue estando en el aire.

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