Para los más mayores a lo mejor no nos suena demasiado la regla de las 3 R's. Para los más jóvenes es la esencia de la vida urbanita. El paisaje de nuestras calles se ha ido llenando con colores. Los colores de los contenedores de basura: amarillo, azul, verde y marrón. Colores cuya esencia está regida por la regla de las 3 R's: Reutilizar, reciclar y reducir. Ya lo cantaba Jack Johnson, en un tono pegadizo, las excelencias de las 3 R's.
Esta historia me la contaron sus protagonistas. Sus protagonistas secundarios: Mis compañeros de la ambulancia, porque en este mundo nuestro de la emergencia, nosotros no somos nunca los protagonistas principales, porque en la Medicina solo hay un protagonista: el paciente.
El mundo del reciclaje está presente en el primer mundo, en este orden, porque sin duda está precedido de un segundo y un tercero.
Nuestra sociedad tan moderna y rica, tiene por todas partes gente que vive en la más absoluta de las pobrezas, aunque totalmente rodeadas por riqueza, como una pequeña isla en medio de un inmenso océano.
Así debió sentirse nuestro protagonista. Un joven rumano que se vino a España a buscar fortuna en un país cuyo idioma es parecido al suyo, herencia de esos locos romanos, que entre otras cosas nos legaron el Derecho, las carreteras y los acueductos. Estos romanos sabían Latín...
La tierra de las oportunidades muchas veces las esconde muy profundamente. Pero el primer mundo tiene esas 3 R's para ayudar incluso a los más desfavorecidos. Cada día vemos muchos de esos pobres, modernos traperos, hurgando en los contenedores, pero no buscando comida, sino metales (contenedor amarillo), o papel (contenedor azul), para reusar, reciclar y revender su contenido.
No sé cuál era su especialidad, si el papel o el metal. Supongo que el metal, dado como fue todo. Dicen que aquella noche iba un poco más bebido de la cuenta. ¿Las 3 R's otra vez? Ron miel, ron Bacardí o Ron Malibú... Pero una cosa no debe quitar la otra y como hay que ganarse el sustento, nuestro rumano abrió el contenedor, intentó coger lo que estaba abajo, pero no llegó.
-¡Maldita sea! -exclamaría, insultando en el idioma de los Cárpatos.
Se inclinó un poco más hacia abajo, o como dirían en mi tierra, se alongó demasiado y el pobre, se desequilibró. Cayó dentro y se sospecha que por el impacto de su cabeza contra el fondo o por el impacto del alcohol en su cabeza antes de entrar, ahí quedó dormido, en los brazos de Morfeo.
El primer Mundo es inflexible y no tardaría en llegar el camión que va haciendo la rigurosa ruta del reciclaje. Elevó el contenedor por el aire y descargó el contenido en su interior.
Todavía habría de llevarse un contenedor más, unas calles más arriba.
El camión se detuvo en un semáforo, mientras su prensa iba apretando el material, para hacer hueco y continuar con la carga de piezas de metal.
Una buena mujer sacaba a pasear a su perro y sorteó el camión como pudo. No sé si era de raza, un rottweiller, o un retriever, pero fuese la raza R que fuese, él y su dueña se apercibieron que desde dentro de la máquina estruja-hierros salían gritos humanos que pedían auxilio.
La mujer se apresuró hasta la cabina y con grandes esfuerzos, pudo avisar al conductor antes de que acelerara el camión, deteniendo la prensa.
La ambulancia llegó enseguida, aunque todo el mundo piensa que siempre tardamos mucho.
De ahí pudieron sacar con solo unas magulladuras a nuestro pobre rumano.
Las 3 R's: El reutilizar, reciclar y reducir, casi matan a aquel pobre. Ahora tiene algo que contar. Otras R's han aparecido en su vida. El rumano revivió y reapareció entre los vivos. Ha renacido.
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