Héctor siempre había tenido como vocación ser músico, pero por aquellas misteriosas razones que uno nunca sabe, tras salir del instituto, decidió estudiar Ingeniería. Tras licenciarse no tardó en encontrar trabajo en una pequeña empresa de su ciudad. A pesar de su juventud y de ser su primer empleo, no se consideraba mal pagado y de una manera o de otra, era feliz.
Un buen día, producto de la casualidad, vio un anuncio en la prensa que cambiaría su vida. Se abría la convocatoria para nuevas plazas de supervisores en una gran empresa multinacional llamada ILS.
ILS es un gigante que se erige como uno de los motores y generadores de riqueza del país en el tema de las comunicaciones. Se podría decir que prácticamente toda la nación depende de ILS. Los operadores privados nacionales y extranjeros necesitan de ILS para poder desarrollar su actividad. Es una empresa muy rentable, una de las que más lo es del país. Si bien el estado es el propietario de dicha macroempresa, la realidad es que se gestiona como si fuese privada. Los trabajadores de ILS hace tiempo que dejaron de ser funcionarios y desde entonces, los supervisores, gracias a su situación privilegiada y a un buen sindicato, tienen desde hace años, un convenio envidiable con unas condiciones de trabajo excelentes.
Acceder a ILS no es tarea fácil. Héctor, como todos los demás, tuvo que pasar un duro proceso de selección. Largos psicotécnicos, entrevistas con psicólogos y duras pruebas de inglés, le acompañaron durante casi seis meses. Pero además hubo de pasar casi dos años fuera de su ciudad, haciendo un curso selectivo de formación, en el que podía haber sido excluído de no superar todas las asignaturas, hasta que por fin obtuvo su destino.
Si bien ILS no es un coto cerrado y la selección está abierta a todos, en realidad es tan dura, que pocos alcanzan el éxito de poder pertenecer a la envidiada plantilla de supervisores de ILS.
Siempre se había considerado que los supervisores de ILS eran unos privilegiados. La realidad es que al ser una plantilla exigua, con una gran carga de trabajo, la empresa les exigía un sobreesfuerzo y hacer muchas horas extras, para que los políticos, que son los directivos de ILS, no recibiesen críticas de los ciudadanos o de los medios de comunicación. Además, los supervisores como Héctor, tienen que hacer unos exhaustivos reconocimientos médicos anuales, que si no son superados, podrían apartarles de su trabajo.
Pero este status se acaba el día en que el gobierno, propietario de ILS, decide revocar aquel buen convenio, mediante un decreto emitido de la noche a la mañana, que implica reducir el sueldo a todo el colectivo de Héctor, en casi un 40% y aumentar las horas anuales de trabajo un 50% más.
Todos los partidos, los medios de comunicación y la población están completamente de acuerdo. No hay negociación con ellos. Ya nadie recuerda esfuerzos pasados, ni dedicación exclusiva, ni un trabajo bien hecho, sin ningún borrón ni accidente achacable a los supervisores. Han llegado tiempos de crisis.
Héctor y sus compañeros confían en que sus representantes sindicales, aquéllos que lograron hace casi 20 años unas buenas condiciones laborales, puedan hacer entrar en razón, vía negociación, a los directivos de ILS.
Pero los dueños de ILS son implacables. Son por una parte, jugadores de una partida y por otro lado, pueden ellos mismos ir cambiando las reglas del juego sobre la marcha. Es el gobierno y por tanto, los que hacen las leyes. Y así de esa manera, nunca se puede ganar. Ni siquiera firmar unas airosas tablas.
A los supervisores tan sólo les queda la huelga. Pero están amenazados con acabar siendo despedidos todos y sustituidos por militares. Al final, los directivos de ILS acceden a sentarse a negociar a cambio de que no se produzca el paro. Los supervisores acceden, confían en los directivos de ILS y deciden suspenderla.
Van pasando los meses y no se avanza en nada. Las nuevas condiciones impuestas vía decreto ya están en vigor y las aplican a rajatabla y sin excepciones.
Mientras se negocia con ILS, el gobierno sorprende a Héctor con un nuevo decreto. A partir de este momento no se cuentan las horas de baja, ni las horas de formación continuada, necesarias para estar al día, como horas de trabajo. Héctor se acuerda de Maite, una compañera suya, que este año ha estado de baja por maternidad. Como cualquier otra madre trabajadora, dispone de ese tiempo para criar a su hijo recién nacido. Con este nuevo decreto, cuando se incorpore al trabajo, deberá devolver ese tiempo que le ha robado a la empresa, por haber estado en casa con su hijo, en vez de acudir a su puesto de trabajo.
Héctor y el resto de supervisores deciden que ya no pueden más, se levantan de su puesto y deciden marcharse a casa. Casi el 100% de los supervisores secunda esta medida. Como se esperaba, el país se paraliza. Las pérdidas económicas son incontables. Ellos saben que moralmente lo que han hecho no está bien, pero les guía la desesperación de sentirse perseguidos, indefensos, solos y abandonados, además de ser atropellados en sus derechos, de forma continuada desde hace casi un año. El resultado es que se convierten en el principal enemigo público. Ahora sí que nadie los defenderá.
El gobierno como respuesta a esta osadía, instaura un estado de emergencia, ocupando militarmente todas las instalaciones de ILS y amenazando con prisión y embargo de todos sus bienes a Héctor y a sus compañeros. La población entera de un país, la prensa y todos los partidos políticos aplauden la medida. Esos privilegiados se lo tienen merecido. Han llegado demasiado lejos.
Héctor ve como ya todo está perdido. No queda más que plegarse ante aquéllos que te dieron tanto y que un día decidieron que ya no tenías derecho a nada. El futuro, por primera vez, se ha vuelto oscuro e incierto. Ahora sí que se siente solo.
Acceder a ILS no es tarea fácil. Héctor, como todos los demás, tuvo que pasar un duro proceso de selección. Largos psicotécnicos, entrevistas con psicólogos y duras pruebas de inglés, le acompañaron durante casi seis meses. Pero además hubo de pasar casi dos años fuera de su ciudad, haciendo un curso selectivo de formación, en el que podía haber sido excluído de no superar todas las asignaturas, hasta que por fin obtuvo su destino.
Si bien ILS no es un coto cerrado y la selección está abierta a todos, en realidad es tan dura, que pocos alcanzan el éxito de poder pertenecer a la envidiada plantilla de supervisores de ILS.
Siempre se había considerado que los supervisores de ILS eran unos privilegiados. La realidad es que al ser una plantilla exigua, con una gran carga de trabajo, la empresa les exigía un sobreesfuerzo y hacer muchas horas extras, para que los políticos, que son los directivos de ILS, no recibiesen críticas de los ciudadanos o de los medios de comunicación. Además, los supervisores como Héctor, tienen que hacer unos exhaustivos reconocimientos médicos anuales, que si no son superados, podrían apartarles de su trabajo.
Pero este status se acaba el día en que el gobierno, propietario de ILS, decide revocar aquel buen convenio, mediante un decreto emitido de la noche a la mañana, que implica reducir el sueldo a todo el colectivo de Héctor, en casi un 40% y aumentar las horas anuales de trabajo un 50% más.
Todos los partidos, los medios de comunicación y la población están completamente de acuerdo. No hay negociación con ellos. Ya nadie recuerda esfuerzos pasados, ni dedicación exclusiva, ni un trabajo bien hecho, sin ningún borrón ni accidente achacable a los supervisores. Han llegado tiempos de crisis.
Héctor y sus compañeros confían en que sus representantes sindicales, aquéllos que lograron hace casi 20 años unas buenas condiciones laborales, puedan hacer entrar en razón, vía negociación, a los directivos de ILS.
Pero los dueños de ILS son implacables. Son por una parte, jugadores de una partida y por otro lado, pueden ellos mismos ir cambiando las reglas del juego sobre la marcha. Es el gobierno y por tanto, los que hacen las leyes. Y así de esa manera, nunca se puede ganar. Ni siquiera firmar unas airosas tablas.
A los supervisores tan sólo les queda la huelga. Pero están amenazados con acabar siendo despedidos todos y sustituidos por militares. Al final, los directivos de ILS acceden a sentarse a negociar a cambio de que no se produzca el paro. Los supervisores acceden, confían en los directivos de ILS y deciden suspenderla.
Van pasando los meses y no se avanza en nada. Las nuevas condiciones impuestas vía decreto ya están en vigor y las aplican a rajatabla y sin excepciones.
Mientras se negocia con ILS, el gobierno sorprende a Héctor con un nuevo decreto. A partir de este momento no se cuentan las horas de baja, ni las horas de formación continuada, necesarias para estar al día, como horas de trabajo. Héctor se acuerda de Maite, una compañera suya, que este año ha estado de baja por maternidad. Como cualquier otra madre trabajadora, dispone de ese tiempo para criar a su hijo recién nacido. Con este nuevo decreto, cuando se incorpore al trabajo, deberá devolver ese tiempo que le ha robado a la empresa, por haber estado en casa con su hijo, en vez de acudir a su puesto de trabajo.
Héctor y el resto de supervisores deciden que ya no pueden más, se levantan de su puesto y deciden marcharse a casa. Casi el 100% de los supervisores secunda esta medida. Como se esperaba, el país se paraliza. Las pérdidas económicas son incontables. Ellos saben que moralmente lo que han hecho no está bien, pero les guía la desesperación de sentirse perseguidos, indefensos, solos y abandonados, además de ser atropellados en sus derechos, de forma continuada desde hace casi un año. El resultado es que se convierten en el principal enemigo público. Ahora sí que nadie los defenderá.
El gobierno como respuesta a esta osadía, instaura un estado de emergencia, ocupando militarmente todas las instalaciones de ILS y amenazando con prisión y embargo de todos sus bienes a Héctor y a sus compañeros. La población entera de un país, la prensa y todos los partidos políticos aplauden la medida. Esos privilegiados se lo tienen merecido. Han llegado demasiado lejos.
Héctor ve como ya todo está perdido. No queda más que plegarse ante aquéllos que te dieron tanto y que un día decidieron que ya no tenías derecho a nada. El futuro, por primera vez, se ha vuelto oscuro e incierto. Ahora sí que se siente solo.
Aquí acaba el relato. Pero recordando aquellas ecuaciones que hacíamos en el colegio, te invito a sustituir ILS por AENA y supervisor por controlador. Ya me diréis si la operación al repasarla, os da el mismo resultado.
9 comentarios:
Melkarr, normalmente se dice que los controladores tienen a todo el mundo en contra... pero yo creo que no es así, y que conforme pase el tiempo y se vaya pasando el cabreo de los que han perdido sus vacaciones, se irán interesando más en las razones de todo esto.
Después de lo que ha pasado, hay colectivos como el de los funcionarios, que pueden estar preocupados, pues les puede pasar algo parecido.
Es muy probable que el año que viene bajen de nuevo el salario de los funcionarios, y si no, el siguiente, pero así como va la economía, no es raro que lo vuelvan a bajar.
El problema de esto es que es una lucha contra políticos, que son un gremio que controla a la prensa y a todos los medios de comunicación en general, y que están acostumbrados a todas estas trifulcas con otros partidos políticos, que tienen sus formas de defenderse, no como los controladores...
No obstante, éstos le han echado un pulso al gobierno que no esperaban... y es el único colectivo que ha protestado de verdad (y con razón) por la defensa de sus derechos como trabajadores, pues aunque haya gente que piense que apartir de un cierto salario dejas de ser trabajador, el caso es que ellos tenían un convenio que se pasaron por el forro (por ser gobierno y poder hacer decretazos, pues una empresa privada no lo podría hacer)...
Yo creo que hay más gente de la que crees que piensa que lo que les han echado los controladores han sido un par de huevos...
Como siempre, estoy de acuerdo contigo. Me dan envidia esos controladores. No por lo que ganan, sino porque son un colectivo capaz de poner en juego su trabajo y levantarse todos en rebeldía ante una injusticia. ¿Quién más es capaz de hacer eso?
Insisto, creo absolutamente necesario escuchar todas las partes. Recomiendo este artículo ya que también nos ayuda a entender por que se ha llegado a todo esto. Evidentemente al leer este artículo queda claro que no todo es como lo cuentas con esta historia de Hector, pero siempre es interesante conocer varias opiniones en cualquier tema en la vida.
Un saludo
http://www.libertaddigital.com/opinion/francisco-capella/huelga-de-controladores-aereos-55769/
En España hay mucha envidia y poco interés por contrastar informaciones.
Yo me pregunto a partir de qué salario uno deja de tener derechos laborales para la opinión pública, porque si esto se lo hacen cobrando 800€/mes la gente hubiese estado con los controladores, pero como son un colectivo que cobra bien, no los apoyó nadie...
Por otro lado, no sé hasta qué punto te pueden exigir no hacer huelga o hacerla con servicios mínimos del 100% por ser un servicio público (eso no es hacer huelga...).
Lo que está claro es que las huelgas van a fastidiar a gente, pero es que para eso están, porque es la única forma de presionar a los políticos.
Un ejemplo que pongo en mi blog. Cuando los residentes todavía cobraban 4€/hora de guardia (los que tenían) y 847€/mes (en Andalucía, en otros sitios serán otras cantidades) se pusieron el huelga, pues ellos eran quien cargaban con el peso real de las urgencias, en un puesto de máxima responsabilidad (por entonces ni los adjuntos se hacían responsables por las altas... ahora lo son por ley) y siendo los 2º en el hospital que menos cobraban (el pobre del ayudante del jardinero cobraba aún menos, lo que pone a mujeres de la limpieza o a celadores por encima de los médicos residentes en el ranking).
¿Qué hicieron los políticos/gestores? Decretaron servicios mínimos del 100% apesar de que por ley, no se le pueden poner servicios mínimos a los residentes (sí a los adjuntos), pues son personal en formación y no personal laboral.
Sabían que era ilegal obligarles, pero los residentes tenían que obedecer a la fuerza. Luego denunciarían a los políticos y ganarían el juicio, pero eso dentro de varios años... y mientras la huelga no se realizaba.
¿Qué hicieron al final? Otra modalidad de "huelga sucia". Se aliaron con los estudiantes de medicina, se pusieron en huelga, y en los días de huelga empezaron a aparecer por urgencias decenas/centenas de personas (en su mayoría residentes y estudiantes de medicina) afectadas por gripe, dolores varios y otras múltiples enfermedades, colapsando totalmente las urgencias.
Al día siguiente aceptaron sus demandas, y hoy cobran bastante más de sueldo base, cobran creo que a partir de 12 euros la hora de guardia, y ya no trabajan 32 horas seguidas como antes...
Los políticos han demostrado que o las cosas se hacen así, o por las buenas no se consigue nada. Y de una forma u otra, el conciudadano lo acaba pagando, pero como todas las huelgas.
No por estar en un sector importante en un puesto de responsabilidad se pierde el derecho a la huelga y al resto de derechos de los trabajadores... aunque si algún día Pepiño sale como con los controladores, y empieza a hablar de los médicos, haciendo la media de salarios con los adjuntos de plaza en propiedad, sumando jefes de servicio y directores médicos (y olvidándose de residentes y de adjuntos con contratos de días) y diciendo el total en bruto de lo que le cuesta a la sanidad, cualquier día nos hacen lo mismo, y la reacción del pueblo sería exactamente la misma que con los controladores...
Sr Académico:
Por favor, dígame la verdad. ¿No tendrá usted un micro escondido en mi casa?
Todos y cada uno de sus argumentos son los míos. Cuando hablo de los atropellos con el colectivo médico por parte de la Administración, cómo la gente apoyaría a los controladores si fuesen mileuristas, la esclavitud de los residentes... Empiezo a sospechar que tantas coincidencias, debe ser porque me espía o porque tal vez y eso me preocupa más, usted sea otra personalidad que tengo y que no conocía hasta ahora...
;)
No sólo micrófonos, también cámaras de video!
Francamente, creo que la secuencia de esto es que al principio "en lo gordo", nadie va a analizar nada, y sólo van a ver a las víctimas.
Sin embargo, desde que se reabre, y más cuando los controladores empiezan a explicar lo que pasa, poco a poco se empieza a estudiar el "por qué" de algo tan "heavy", y ahí es cuando empiezan a aparecer muchas personas que desconfían del gobierno, y que se ponen del lado de los controladores, aunque no lo vayan vociferando por ahí.
Yo sólo he leido 3 blogs que hablaban de este tema, y los 3 estaban de parte de los controladores.
Además, en otros foros como el de spaniards.es, se ha hablado del tema, y en los primeros 400 comentarios (que no leí por falta de tiempo), imagino que los pusieron finos, pero a partir del 400, ya estuvimos gente que nos informamos y la mayoría ya están de parte de los controladores aéreos (y mira que a algunos les afectó...).
El gobierno está desesperado, ahoramismo sólo le votaría un 24,3% (encuenta de EL PAIS, osea, más maquillada imposible) y como todo animal herido, es capaz de hacer cualquier cosa...
Al margen de todo, es muy curioso que Zapatero se quedase aquí en vez de ir a la Cumbre Latinoamericana, a la que nunca habíamos faltado; que sabiendo Salgado que el decretazo podía producir lo que finalmente acabó sucediendo (palabras de la ministra) lo firmasen el mismo viernes del puente más largo del año (como si no hubiese días); que al final Zapatero ni apareciese ante la opinión pública y tuviese que ser Rubalcaba el que gestionase toda la crisis (con seguridad, será el próximo candidado a la presidencia por parte del PSOE),...
Por cierto, Melkarr, sobre la esclavitud de los residentes y los atropellos de la administración... creo que nos lo hemos buscado (el gremio en general).
Que la administración te intente estrujar lo máximo que pueda, lo entiendo. Que los residentes, que tienen mucha ilusión en su trabajo acaben haciendo lo que otros adjuntos vagos deberían de hacer, también lo entiendo.
Lo que no entiendo, es que "nos dejemos" sin ni siquiera protestar, y que no nos pongamos de acuerdo ni en algo que nos pueda beneficiar a todos.
Mira, yo hace tiempo que me di cuenta de esto, y ya pensé en emigrar. Puede que el hecho de que siempre que iba al médico de familia o al especialista me animasen a hacerlo, también haya ayudado.
No obstante, es que es verdaderamente curioso ver cómo en otros países europeos nuestro gremio es totalmente diferente.
En Portugal por ejemplo te sientes médico de verdad, y la gente te lo reconoce (lo que es bueno y malo, pues te conviertes en personaje público). Pero es que encima el salario es mucho más alto (para que te hagas una idea, un R1 español podría cobrar allí 5000€/mes, trabajando mucho, pero podría, vamos, que yo mismo lo he visto y si te interesa te digo cómo llegan a cobrar tanto). Además de tener el 100% de seguridad de colocarse, y con menos estrés en el trabajo (por lo menos en las urgencias y en los servicios donde yo he estado). Que sí, que tienen sus problemas también, pero no tienen los nuestros ni de lejos...
¿Cómo es posible que haya tantísima disparidad entre países vecinos?¿Cómo es que la gente no se mata por irse buscando unas condiciones tan exageradamente mejores, y prefieren quedarse aquí sabiendo que sus condiciones van a ser precarias durante alguna década?
Pues porque la gente va a lo fácil y no busca complicaciones, y porque aquí los sindicatos y el colegio de médicos son una panda de paniaguados que no luchan por nuestros intereses, o por lo menos no con la fuerza y convicción como lo hacen en otros países.
Vuelvo a Portugal, que es el único país extranjero que conozco a fondo. Allí tanto la Ordem dos Médicos (su colegio) como los sindicatos se lo curran, y han conseguido que los médicos en vez de ver reducido su salario un 15% como el resto de funcionarios, lo vayan a ver reducido sólo un 5...
Realmente, el colectivo médico es el más potente de Portugal y el más elitista y luchan por seguir en ese pedestal. Los médicos de distintas especialidades saben la importancia de seguir juntos, y aunque con sus diferencias, se unen cuando tienen que lidiar con los políticos, de forma que estos no tienen forma de meterles mano.
Fíjate lo curioso de la "fuerza" que tienen los médicos, que en Coimbra, su universidad más antigua y prestigiosa, el rector de la universidad no tiene autoridad sobre medicina, cuyo "dueño y señor" es el decano de medicina, que está al mismo nivel que el rector... (y perteneciendo a la universidad, no le pasa a ninguna otra facultad).
Por otro lado, en España los enfermeros cobran sólo poco menos que un médico (ojo, eso está muy bien, no significa que deban cobrar menos, sino que los médicos debíamos de estar cobrando mucho más). En Portugal un médico cobra 3 veces más que un enfermero. Que diferencia, eh?
Bueno, pues se va gente, pero no se matan por ir, y aquí en España seguimos igual o peor.
Por otro lado, no sé si te dije que cuando llegue a Portugal espero poder compaginar la residencia con trabajar en el INEM (061 portugués), y si pudiese, ser médico de helicóptero.
Mi mejor amigo portugués empieza a hacer los cursos para médico de helicóptero en enero (para ello te tienen que "apadrinar"), pues por lo visto les hace falta gente. Además, como está trabajando ya en el hospital "central" del INEM en Oporto... como que lo tiene fácil.
A ver si tengo yo suerte también y me meto. Por lo menos tendré algún contacto dentro. ;)
Como afectada sólo puedo decirte que una vez más han equivocado las formas y me fastidia porque lo que podría incluso haber servido de ejemplo para otros colectivos ha servido únicamente para echarse a la ciudadanía encima, que ahora mismo son másproclives a guillotinar a todos los controladores que a escucharlos. Yo, personalmente, no quiero escucharlos, aunque aborrezca las maneras de estos gobernantes.
En el fondo los controladores me dan lástima porque han caído en la trampa de cabeza, pero han traspasado todos los límites y me alegro porque quizás, de una vez por todas, pueda volar sin depender de las huelgas de los trabajadores aeroportuarios que, francamente, me tienen frita.
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