viernes, 28 de septiembre de 2012

El huevo y la gallina o la gallina y el huevo














Una noche de verano, de ese verano que ya nos queda atrás y que prácticamente nos queda en el rincón de la nostalgia, pero no en el olvido, nos fuimos a cenar toda la familia a un restaurante de Estepona. Era uno de esos locales que colocan en la calle peatonal las mesas, aprovechándose del buen tiempo estival.
 
Allí estábamos todos, disfrutando de la cena, cuando apareció un músico con su acordeón, amenizando la velada.
Guille se levanta rápidamente de su asiento y va hasta donde está sonando la música. Se queda de pie frente a él y empieza a bailar arrítmico, al son de las notas, asemejándose a la inseparable cabra trepadora que sube por la escalera o las entrenadas pulgas del circo en miniatura.
 
Cuando acaba la breve actuación, ya que la calle peatonal es muy larga y quedan muchos más restaurantes en los que actuar, Guille acaba premiando a su socio con unas monedas, que gentilmente agradece con una ligera reverencia.
 
- ¿Qué toca ese señor, Papi? - pregunta Guille.
- Es un acordeón.
- ¡Ahh! Y... ¿Por qué toca el acordeón?
- Sí, Guille - le contesto conmovido, viendo su interés por los demás - Necesita tocar para que la gente le dé dinero y así poder comprar comida, pagarse su casa, en fin, todas esas cosas...
- ¿Porque es pobre? - me pregunta.
- Sí, Guille. Es pobre y toca para vivir.
- Pero una cosa, Papi. Si es pobre y no tiene dinero, ¿Cómo pudo comprarse antes el acordeón?
- Pues no lo sé, Guille. Pues tienes razón.
 
Este dilema del huevo y la gallina, lo tenía medio escrito desde hace semanas, a la espera de acabarlo de perfilar, cuando una llamada hizo que volviera a mi memoria, tras una nueva conversación con el joven infante.
Uno de estos día, estando de guardia, me llama Lou y me comenta que al salir del colegio ha tenido una conversación complicada con este niño de cuatro años:
 
- Al final, he quedado con él en que cuando llegues a casa, se lo explicas tú. - me dice Lou - Llevamos un rato discutiendo el tema. Al salir de clase me ha preguntado muy intrigado que si la gallina sale de un huevo y el huevo lo pone una gallina, ¿qué fue antes?
- ¿El qué?
- Está contrariado porque no entiende cómo una gallina nace de un huevo y un huevo de la gallina. Y no entiende el principio. Me decía desesperado: ¡El primer huevo, Mami! ¿De dónde sale el primer huevo?
- No te preocupes, que ya se lo explicaré esta noche cuando llegue a casa.
 
Cuelgo y pienso que espero que todas las respuestas que tenga que dar a este hijo mío, sean por preguntas tan fáciles de responder como esta clásica cuestión. Mientras, me estoy preparando para cuando tenga cinco años y me interrogue por lo que había antes del Big Bang, el misterio de la Santísima Trinidad o cómo es posible que Belén Esteban sea más rica que su padre.
Hoy ha sido fácil. Todo el mundo sabe que la respuesta es... el huevo.
Al fin y al cabo, ya lo dice la sabia y elegante expresión: Todo eso me importa un huevo.