Los Carrillo, que son una familia a la que pertenezco desde el mismo día en que vine al mundo, son como cada clan, de una manera especial. Son simpáticos, burlones, extrovertidos, divertidos, ocurrentes, un tanto pesimistas y sobretodo, hipocondríacos. Pero si todo esto es casi común a todos en mayor o menor medida, lo que sí caracteriza a la gran mayoría de los Carrillo es que a pesar de la jovialidad y alegría que desprenden, en cambio son muy reticentes a expresar sus sentimientos.
Con mis escasos conocimientos genealógicos, sólo puedo establecer el origen de este hermetismo sentimental en mi abuelo José Amaro Carrillo, que era muy poco dado a expresar lo que su corazón sentía, ya que estas cosas se dan por supuestas y que un marino como él, no debiera estar para estas fruslerías.
De alguna manera, todos sus descendientes se han ido embebiendo de esta práctica, a la que no he sido ajena yo durante gran parte de mi vida. Y como yo, mi hermana María no iba a ser una excepción.
Hoy he cumplido 44 años y durante este tiempo, que yo recuerde, no he oído grandes demostraciones de cariño por parte de ella. Bueno. sí, una vez me dijo te quiero al despedirse por teléfono, pero fue por error, acostumbrada a hacerlo con su marido. La verdad es que no me he preocupado gran cosa por este tema. Los Carrillo, son así.
Por eso hoy me he emocionado con una carta, mensaje, whatsapp o como se llame, que me ha dedicado María. Es un regalo que no esperaba. Y viniendo de una Carrillo, es lo que hace que sus líneas valgan tanto, tanto, que con lo ñoño que me he vuelto desde hace un tiempo, no he podido reprimir unas lagrimillas de felicidad:
El primer recuerdo que tengo de mi vida, es la imagen de un colegio, subiendo una escalera de la mano de mi hermano, mientras me decía:
- "Tranquila, yo vengo a buscarte después..."
Yo tenía dos años y Mel 4 y era mi primer día en el Colegio La Virgen Niña.
Mi hermano es una persona especial en mi vida. Hemos pasado juntos toda nuestra niñez y adolescencia y ha sido mi primer amigo con el que compartí juegos y aventuras.
Mel era un niño precioso, inteligente, con unas notas espectaculares, tranquilo. En palabras de mi madre, "al angelito ni se le oía..."
Tengo millones de recuerdos con él, muchos en La Finca, en las cuevas, cuando pasábamos horas mirando la Luna con el telescopio, buscando fósiles de los australopitecus...
Espero que pronto podamos crear allí nuevos recuerdos.
¡Feliz cumpleaños, Mel!
Si tuviera la oportunidad de elegir a un hermano, yo te elegiría de nuevo sin dudarlo.
Un beso